Después de la calma viene la tormenta

Por Thomas Karig
Hasta septiembre de 2025, las cosas en la industria automotriz parecen marchar con sorprendente normalidad. Las ventas de automóviles en los grandes mercados se mantienen en el nivel del año anterior, y no reflejan impactos negativos a pesar de los aranceles y los conflictos geopolíticos. En Estados Unidos, el mercado crece un 4.1%, empujado por GM (+10.5%), Toyota (+7.9%) y Ford (+7.6%). Alemania logra mantener el nivel del año anterior, con un crecimiento espectacular (+47%) de autos electrificados. Brasil crece un 3%, mientras que México registra -0.6%. Y por supuesto China no deja de sorprender con ventas que están arriba un 13.7%, con las marcas chinas desplazando a su competencia con 22.9% más ventas.
En el cuatro trimestre de 2025 seguramente las cosas se empezarán a complicar. En Estados Unidos, se acabaron los incentivos para autos eléctricos, lo cual reducirá la demanda de esos modelos en forma importante. Y además, se empezarán a ver los impactos de los aranceles en los precios al consumidor.
China se encuentra en una guerra de precios entre competidores que puede meter en serios problemas a algunas empresas, sobre todo las mismas chinas.
Europa se verá afectada en el corto plazo por una nueva crisis de chips, esta vez ocasionada por la guerra comercial con China. Esto obligará a varias armadoras a detener su producción, y se podría extender a otras regiones. Las armadoras europeas ya habían reportado importantes impactos negativos en sus resultados financieros, y esta situación las afectará aún más. Y es que los europeos están batallando en dos frentes. Han perdido mercado e ingresos en China, y lo que venden en Estados Unidos ahora está gravado con nuevos aranceles. Su mercado interno en Europa aún está 20% abajo del nivel prepandemia. Los ajustes de capacidad de producción y de las plantillas de trabajadores están a la orden del día.
En México, no solo se han mantenido las ventas en el mercado interno, también la producción y la exportación están al nivel del año anterior. Pero las armadoras están retrasando sus decisiones sobre nuevos modelos e inversiones en sus plantas mexicanas hasta no tener claridad sobre el futuro del T-MEC. Y esa claridad seguramente no la tendrán antes de mediados de 2026, al menos que el gobierno mexicano logre algún alivio a la situación actual en los próximos meses. Por de pronto, la situación podría empeorar aún más si se hacen realidad los aranceles mexicanos sobre importaciones de terceros países, lo que puede significar otro costo adicional para muchas armadoras en México.
El libre comercio ha sido el principal argumento para la atracción de inversiones a México en las últimas 3 décadas. Sin libre comercio, México deja de ser atractivo para los inversionistas. Y el crecimiento espectacular de la industria automotriz que vivimos en los 30 años pasados se podría revertir rápidamente.



